Sector caracterizado por la hiperproducción (gula), a veces, de obras indigestas y hasta tóxicas, que repercute en la anorexia lectora y lleva a un despilfarro editorial inmoral y antiecológico. Hacer libros de calidad supone un esfuerzo curiosidad y dedicación de la que carecen muchos editores, escritores e ilustradores actuales (pereza). Son poco los editores co-creadores mientras abundan los editores compradores de derechos que apuestan por el consumismo compulsivo; respecto a los escritores, pocos conciben al niño como interlocutor de aquello que desean comunicar y apuestan por la paraliteratura, es decir, obras con apariencias literarias que responden a necesidades comerciales que lleven al éxito. Soberbia de un sector que publica 33 novedades diarias, que a veces, ni siquiera pasan por un corrector de estilo y que se desestima todo aquello con tintes de "demasiada literatura". Lo políticamente correcto, el proteccionismo, el pudor, los finales conciliadores, la moralina y el aleccionamiento mutila cualquier atisbo libidinal (lujuria). Envidia de éxitos internacionales multimillonarios como el de J.K. Rowling, y la avaricia que se traduce en una industria editorial, cuyo principal parámetro a la hora de decidir publicar un libro es su potencial económico y no su contenido. Todo ello le provocan al autor del artículo una gran Ira.
¿Es este análisis sólo una opinión personal o responde a otra realidad que ocultan las optimistas panorámicas elaboradas por el sector editorial? ¿Qué opinión os merece?
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